Habiendo conversado ampliamente sobre las oportunidades de abundancia de la Era del Conocimiento, en esta cuarta entrega de la serie, exploraremos los riesgos, no menores, a los que ya estamos expuestos.
Comencemos.
Convergente siempre tendrá un ángulo optimista. Sin embargo considero que es parte fundamental de la construcción de una visión optimista-prescriptiva reconocer que la transición a la Era del Conocimiento es riesgosa.
Las transiciones de una era a la otra han estado marcadas por cambios fundamentales en la forma como nuestra civilización se organiza para maximizar el recurso escaso. En el proceso de reorganización alrededor del nuevo paradigma, ocurren desajustes, algunas personas o comunidades se privilegian mientras otras se perjudican; hay desasosiego y tensiones entre la visión del mundo anterior y la emergente.
Para entenderlo mejor, miremos brevemente cómo ha cambiado nuestra civilización comparando algunos de sus parámetros principales, en cada una de las eras anteriores:

Decía al inicio que en cada una de estas eras, la sociedad se organiza para maximizar el recurso escaso: en la Era de Recolectores, los alimentos; en la Era Agraria, la tierra arable; en la Era Industrial, el capital. Analicemos cada era revisando sus respectivas funciones de producción y sus implicaciones sociales:
Era de los Recolectores
En términos simples, la función de producción en la Era de los Recolectores se basaba en la obtención de recursos directamente de la naturaleza. Las personas utilizaban herramientas básicas para cazar animales y recolectar plantas, frutas y otros alimentos. La producción dependía de los recursos naturales disponibles y la habilidad de las personas para recolectar y cazar.
La escasez de alimentos llevó a que las sociedades adoptaran estilos de vida nómadas o seminómadas, moviéndose hacia donde estaba disponible la comida y a seguir los patrones estacionales de migración de los animales y del crecimiento de las plantas. Esto resultó en grupos pequeños y relativamente igualitarios, limitados por lo que podían recolectar o cazar, donde los recursos se compartían dentro del grupo para asegurar la supervivencia. Las innovaciones tecnológicas, como la mejora de herramientas para la caza y la recolección, estaban directamente vinculadas con superar la escasez de alimentos.
Era Agraria
En la Era Agraria, la función de producción se transformó con la introducción de la agricultura y la cría animales, lo que permitió la generación de excedentes de alimentos. La producción en esta era dependía de la cantidad de tierra fértil disponible, el trabajo humano aplicado a esta tierra y la innovación en técnicas agrícolas, como sistemas de irrigación y herramientas más eficientes.
En la transición a la Era Agraria la tierra se convirtió en el recurso escaso primario, influyendo profundamente en las estructuras sociales por la necesidad de controlarla generando asentamientos permanentes y al concepto de territorio. La propiedad y el control de la tierra condujeron a sociedades estratificadas, con una clara jerarquía basada en la posesión de tierra, lo que a menudo resultaba en conflictos. También, la acumulación de excedentes de alimentos y la necesidad de proteger las posesiones de tierra contribuyeron a la formación de estados e imperios, impulsando conflictos internos y externos con los estados buscando expandir sus territorios.
Era Industrial
En la Era Industrial, la función de producción cambió drásticamente debido a la introducción de maquinaria, la utilización de fuentes de energía como el carbón y el petróleo, y la organización del trabajo en fábricas. La producción ya no dependía principalmente de la tierra sino del capital (maquinaria, edificaciones e infraestructura) y el trabajo humano organizado de manera eficiente. La innovación tecnológica y la inversión en capital se convirtieron en los principales impulsores de la producción, permitiendo la manufactura de bienes en masa.
La concentración de la producción en fábricas llevó a la urbanización, puesto que las personas se mudaron a las ciudades en busca de trabajo. La distinción entre aquellos que poseían el capital y aquellos que vendían su trabajo llevó a nuevas dinámicas de clases y conflictos. La búsqueda de recursos, mercados y oportunidades de inversión impulsó la expansión colonial, llevando a conflictos tanto entre las potencias imperiales como entre colonizadores y colonizados.
Estas transiciones históricas evidencian la capacidad de adaptación de las sociedades humanas a la escasez de recursos así como los patrones recurrentes de conflicto y desigualdad que surgen de la competencia por recursos limitados.
Ahora podemos entender cómo el crecimiento económico de algunas economías europeas a finales del siglo XIX, su expansión colonialista hacia Africa y Asia sumado a los avances tecnológicos y militares, pudieran incrementar la rivalidad y divergencia ideológica entre naciones hasta el punto que dos guerras mundiales fueran posibles.
Claramente, aún no tenemos una sociedad madura, estable, y se avecina otro cambio monumental en el que el capital es abundante y el recurso escaso, según múltiples autores1, es la atención. En un mundo con información abundante, redes sociales y notificaciones push, la atención se convierte en el commodity más valioso de la Era del Conocimiento. La captura de nuestra atención, es a su vez la captura de nuestra capacidad de tomar decisiones, de nuestro tiempo y, por lo tanto, de nuestras libertades.
Tim Wu, en su libro The Attention Merchants: The Epic Scramble To Get Inside Our Heads, concluye así:
Durante el próximo siglo, el recurso humano con mayor necesidad de conservación y protección será, probablemente, nuestra propia consciencia y espacio mental.
Con apenas 16 años desde el lanzamiento del iPhone, ya nuestra sociedad está experimentando los efectos de la escasez de atención con profundas implicaciones para nuestro bienestar y la estabilidad de nuestra civilización. A continuación menciono algunas que he identificado, en ningún orden en particular:
La Era de Recolectores duró más o menos 3,3 millones de años; la Era Agraria unos 12.000; la Era Industrial va en poco más de 350. Evidentemente, la velocidad evolutiva de nuestra civilización está acelerando dramáticamente2. Asuntos como el estado de derecho, la propiedad privada, el derecho internacional, los mercados de capitales y las ciudades, son innovaciones representativas del 0,01% de la historia de la humanidad. La velocidad de cambio supera, por mucho, la velocidad de adaptación de la sociedad lo que conlleva a profundos conflictos entre sistemas de creencias, resultando en una polarización evidente en múltiples regiones del mundo y a un auge de nacionalismo y conservadurismo, con aferro a la tradición.
La captura de la atención por consumo de productos digitales, especialmente en las poblaciones jóvenes, deteriora el desarrollo lingüístico y cognitivo, las habilidades sociales e inteligencia emocional, y genera aislamiento.
Los individuos ahora debemos competir más agresivamente por atención. El resultado es una marea de presunción sobre status, estilos de vida, habilidades y belleza. Esto también está conectado con el punto anterior, en el que las personas buscan conexión con otras haciendo altamente visibles aspectos íntimos de sus vidas o, simplemente, vidas falsas.
Si bien el acceso a oportunidades laborales o de negocios seguirá creciendo aceleradamente, la distribución del valor generado en los negocios basados en conocimiento, tiende a ser muy asimétrica a favor de unos pocos ganadores. Cada vez menos, los resultados de los negocios obedecen a las clásicas distribuciones normales de la Era Industrial que determinaban que, si bien había inequidad, la diferencia entre rico y pobre era menor, y el medio era relativamente grande. Más aún, la dinámica de negocio se trataba de controlar un input (capital), mientras ahora los negocios dependen de capturar demanda (atención). Si se les vienen a la mente Mr. Beast, Microsoft y Taylor Swift, no es casualidad.
En un mundo avanzando en función de leyes de potencia, los resultados son más difíciles de predecir y obedecen a dinámicas no lineales y efectos de red. Como he mencionado en artículos anteriores, a nuestro cerebro le da dificultad pensar exponencialmente y, por ende, estamos biológicamente mal preparados para la incertidumbre y tolerancia al riesgo que implican muchas de las dinámicas en la Era del Conocimiento.
Otros riesgos surgen directamente de las tecnologías que estamos desarrollando e implementando:
la biotecnología utilizada para descubrir nuevas vacunas también sirve para crear nuevos virus altamente contagiosos y mortales
el dominio de la fisión nuclear para generar electricidad también le dió origen a una carrera armamentista y una guerra fría
las tecnologías de edición genética como CRISPR-Cas9, revolucionaria para crear nuevos tratamientos médicos y erradicar enfermedades, implica dilemas éticos y la posibilidad de eugenesia
No será una transición sencilla. Mi propósito acá es ayudarnos a ganar consciencia de algo que considero inevitable: la Era del Conocimiento será el paradigma global reinante del siglo XXI, algunas partes del planeta ya la viven plenamente y, a las demás, llegará de manera progresiva y luego súbita.
Albert Wenger propone una serie de ideas para una transición menos turbulenta. La más intuitiva y más potente de todas es incrementar la disponibilidad de atención. Esto se logra, literalmente, liberándonos. Incrementar nuestra libertad económica libera tiempo. Incrementar nuestra libertad intelectual genera conocimiento. Incrementar nuestra libertad sicológica genera racionalidad.
Al final, es una cuestión de crear y diseminar conocimiento que permita superar los retos emergentes con racionalidad. Esa es la ventaja que tiene la humanidad hoy sobre las eras anteriores.
Eso es todo por hoy. Gracias por leer, comentar y compartir.
Camilo
No tanto así nuestra evolución biológica; seguimos teniendo la genética de los cazadores-recolectores y cierta desadaptación a la sociedad moderna.
Para mi gusto, los principales son Herbert A. Simon, Tim Wu y Matthew B. Crawford.
Demasiado importante este tema. Muy fácil de leerlo para quienes no somos expertos. Gracias