Una conversación común que tengo con amigos y personas cercanas es sobre “cripto”. Para los que no están muy familiarizados con ese término, es una forma genérica de referirse a un universo muy variado y complejo de activos digitales que operan sobre blockchains, básicamente libros contables descentralizados.
Mi afición por “cripto” surgió cuando entendí la trascendencia del blockchain como tecnología. Así que esta publicación no es verdaderamente sobre bitcoin, una de las muchas aplicaciones de un blockchain, si bien la más grande y famosa. Esta publicación pretende introducirnos a conceptos económicos y sociales que se derivan de los atributos de esta tecnología.
Comencemos.
Repasemos brevemente el rol de una notaría:
Las notarías se encargan de otorgar fe pública a diversos actos y documentos para conferirles autenticidad, seguridad jurídica y certeza mediante la capacidad de los notarios para validar, con su firma y sello, contratos, testamentos, actas de constitución de empresas, escrituras de inmuebles, entre otros documentos importantes. La existencia de las notarías obedece a la necesidad de contar con un sistema de verificación y control confiable que garantice la integridad, transparencia y legalidad de los actos jurídicos, evitando fraudes y disputas.
Sin embargo, su naturaleza centralizada, si bien ofrece garantías de confiabilidad, también conlleva ciertas limitaciones como la dependencia en intermediarios, costos administrativos significativos y, en algunos casos, procesos lentos y burocráticos. Incluso puede acarrear riesgos. ¿Qué pasa si se incendia la notaría y todas las escrituras originales se pierden? ¿O si el notario es corrupto y las altera para su beneficio? ¿O si el sistema donde están digitalizadas las escrituras es vulnerable a cíberataques?
La forma como nuestra sociedad sabe que una escritura o un testamento es veraz y que sus contenidos son ejecutables, es con la validación de un ente centralizado en quien hemos depositado nuestra confianza: el notario. ¿Cómo más lo podríamos hacer? Pareciera que la única forma es asegurando que la única versión válida de un documento, que establece la propiedad de un bien o un derecho, es la que lleva la firma y sello del notario y cuyo original está físicamente depositado en la notaría.
Esto último tiene análogos en múltiples contextos:
Pareciera que la única forma de demostrar que soy colombiano es portando la única versión válida de una cédula, que establece mi ciudadanía y todo lo que implica, que lleva la firma del Registrador Nacional.
Pareciera que la única forma de saber que mi billete de COP 50.000 tiene valor es asegurando que ningún otro tiene el mismo número de serie y que lleva la firma del gerente del Banco de la República.
Pareciera que la única forma de asegurar que mi voto para alcalde o presidente tiene validez es si lleva la firma del jurado de votación.
Todo estos sistemas de propiedad, identidad, monetarios o democráticos tienen vulnerabilidades que han sido explotadas sistemáticamente:
millonarias pérdidas financieras por fraudes de identidad en Estados Unidos
la búsqueda en Perplexity sobre falsificación de documentos da resultados tan desproporcionadamente voluminosos que no vale la pena citar acá ninguna en particular
La sociedad moderna opera dentro de un paradigma de centralización: nuestras interacciones sociales, económicas y legales están intrínsecamente ligadas a instituciones y entidades que funcionan como autoridades centrales, como algunas de las que mencionamos anteriormente (notarías, registros públicos, bancos) y otras que no hemos mencionado como Google, X y Meta, que no son solo componentes de este sistema, sino pilares fundamentales. Estas instituciones han sido diseñadas para garantizar comunicación, seguridad jurídica y facilitar transacciones entre partes, resultando en la posibilidad de coordinar y mantener el orden del mundo durante siglos, en una tendencia general de mejoramiento y, en algunos casos, de prosperidad.
Sin embargo, como vimos, la centralización conlleva desafíos significativos que impactan directamente nuestras vidas cotidianas:
Dependencia y control: desde la compra de un hogar hasta la gestión de nuestras identidades digitales, nos encontramos atados a sistemas que no solo controlan la validación de nuestras acciones sino que también imponen tarifas y tiempos de espera, muchas veces innecesarios. Esta dependencia es una pérdida de autonomía y flexibilidad, donde las personas tenemos poco control sobre nuestros datos personales y activos.
Ineficiencias y vulnerabilidades: las estructuras centralizadas operan con burocracia y, frecuentemente, procesos análogos. Estas ineficiencias resultan en retrasos, costos elevados de operación y una mayor probabilidad de errores humanos. Además, la concentración de datos y poder en un solo punto crean vulnerabilidades significativas, donde un fallo puede tener consecuencias devastadoras, desde la pérdida de datos sensibles hasta la exposición a fraudes y ataques cibernéticos.
Barreras de acceso: un desafío común en los sistemas centralizados es su papel como porteros, definiendo las condiciones de acceso y participación. Un caso ilustrativo es la gestión de redes sociales, donde las políticas de la plataforma pueden llevar a la cancelación o limitación de cuentas o perfiles, afectando la capacidad de los usuarios para expresarse y comunicarse. Este tipo de prácticas puede restringir el intercambio de ideas y la libertad de expresión.
Transparencia y confianza: las decisiones tomadas por entidades centralizadas habitualmente ocurren detrás de puertas cerradas, lo que dificulta la verificación de la integridad de los procesos o la justicia de las decisiones por parte del ciudadano común. Esta falta de transparencia es generador de desconfianza hacia las instituciones, erosionando la cohesión social y la participación ciudadana.
La centralización, como mecanismo de verificación y control, es la tecnología que tenía a disposición nuestra civilización hasta el 2009. Ese año, una persona o grupo de personas bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto desarrollaron, integraron e implementaron una serie de tecnologías y modelos de incentivos para crear una moneda 100% digital, cuya propiedad está totalmente asegurada, sin utilizar un ente central controlador o verificador. Esta fue la creación del blockchain como lo conocemos hoy en día.
Algunos se están preguntando, ¿cuál es la bulla? Hace décadas que hacemos movimientos monetarios digitales. Claro, controladas y verificadas por una entidad bancaria en cada punta y utilizando redes transaccionales controladas de forma centralizada que sufre de las vulnerabilidades señaladas arriba.
¿Qué es lo complicado de crear una aplicación que permita pasar dinero de un usuario a otro, sin bancos de por medio? La primera limitación básica es regulatoria: en Colombia, donde vivo yo, no es posible custodiar pesos colombianos del público en una “cuenta” a no ser en una entidad de cierta tipología (como un banco) que sea vigilada por un ente central (en Colombia, la Superintendencia Financiera)1. Luego alguien creativo dirá: “pues entonces que no sean pesos colombianos, inventémonos una moneda que circule entre los usuarios de la aplicación”. Acá surgen dos problemas: uno de usabilidad (¿quién quiere una moneda cuya única función es trasladarse entre usuarios de una aplicación?) y otro de seguridad (¿cómo confiamos en que el desarrollador de la aplicación no se apropiará del “dinero” digital?).
Finalmente, está el problema de la preservación de valor, es decir, ¿cómo asegurar que, como mínimo, la moneda digital no pierda valor contra alguna otra moneda de curso legal? Este sí es un problema complejo de resolver, empezando por el riesgo de doble gasto: como la moneda es digital, ¿qué limita que alguien manipule el código y duplique el saldo de su “cuenta”? Recordemos que a los bits, a diferencia de los átomos, les podemos hacer “copy-paste” con cero costo marginal. Los bancos protegen muchísimo ese riesgo, pues las cuentas bancarias son pasivos con el público. Si alguien puede gastar dinero que obtuvo a cambio de nada, de una manipulación, el valor de la moneda evidentemente se desploma.
Estos problemas y varios otros, fueron los resueltos por Satoshi Nakamoto con la creación del blockchain de bitcoin2 (BTC) en 2009. En términos simples, el blockchain de BTC es una red de computadores (llamados mineros) cada uno de los cuales lleva la contabilidad histórica de todos los tenedores de BTC desde el inicio de su operación. Es decir, la contabilidad está descentralizada en múltiples nodos de una red que se encargan de garantizar que hay consenso entre ellos que la contabilidad es idéntica en todos los nodos. Este principio diverge dramáticamente de como funciona un banco, que tiene una sola contabilidad centralizada y en la que los usuarios confiamos.
Cada usuario, como ustedes o como yo, tiene una billetera digital segura en su computador o en su teléfono3. Cada vez que de una billetera se quiere enviar BTC a otra, todos los nodos revisan su contabilidad, autorizan o no la transacción por consenso (es decir, revisan si quien envía BTC la tiene disponible) y actualizan la contabilidad (se debita del enviador y acredita al receptor).
El término blockchain hace alusión a que esa contabilidad se almacena en “bloques” de transacciones que ocurren durante períodos de aproximadamente 10 minutos. Los mineros compiten para ser el nodo que asegura el nuevo bloque resolviendo un acertijo matemático (proceso que se llama “proof of work”). Hoy en día, éste es un trabajo altamente competitivo que requiere mucho poder computacional que consume mucha energía y, por ende, cuesta mucho dinero. El minero ganador recibe un premio en BTC para compensar su esfuerzo y encripta (asegura criptográficamente) el nuevo bloque usando un mecanismo que lo vincula al bloque anterior que, a su vez, está vinculado con el inmediatamente anterior (y así sucesivamente), creando una cadena de bloques (un blockchain).
Al tener la contabilidad descentralizada e históricamente enlazada, se asegura que el dinero representado en bits no puede ser manipulado, pues requeriría el consenso de los mineros. En la medida que Bitcoin ha ganado adopción con el surgimiento de más mineros, la red se descentraliza más, haciendo más difícil lograr un consenso “artificial”. Los mineros, a su vez, han invertido mucho capital y realizan un esfuerzo económico permanente para asegurar la red, cada 10 minutos; es decir, no tienen un incentivo económico para manipular la contabilidad y, si lo hicieran, quedarían en evidencia automática al comparar la contabilidad con los demás nodos y serían excluidos del blockchain. Estos mecanismos ingeniosos garantizan los saldos de los valores digitales y que la historia de todas las transacciones sea inmutable.4
Hoy la capitalización de BTC supera USD 1,3 trillones con más de 170 millones de billeteras digitales económicamente relevantes que alojan BTC. Bitcoin opera 24/7 y el valor diario de transacción supera al de la Bolsa de Nueva York. Esto claramente indica que la tecnología que soporta la operación de BTC ha demostrado ser segura y confiable.5
En 2014, la creación de Ethereum desacopló la tecnología de blockchain de la aplicación exclusiva monetaria de Bitcoin y se le dio inicio a un universo de nuevas aplicaciones. La lógica fue sencilla: si es posible asegurar dinero de forma 100% digital, también se puede asegurar el derecho sobre un bien, los derechos en un contrato, el derecho a una decisión o voto, o mi identidad digital.
En mi criterio, este hito marcó el nacimiento de una alternativa al paradigma de centralización y blockchain, entonces, podría ser una revolución en cómo concebimos la transparencia, la eficiencia y la seguridad en el mundo digital y físico. Su promesa radica en poner el poder y el control en manos de los usuarios finales. A continuación algunas ideas sobre la aplicación de blockchain para transformar sectores clave de nuestra sociedad:
Transacciones inmobiliarias: en el sistema tradicional, comprar o vender una propiedad es un proceso largo y complejo, con papeleo, intermediarios y costos (no menores). Al almacenar y transar los títulos de propiedad (escrituras digitales, firmadas digitalmente) en una cadena de bloques, se asegura que la información sea inmutable, transparente y accesible para las partes involucradas. Esto no solo reduce drásticamente los costos y tiempos de espera asociados con las transacciones, sino que también minimiza el riesgo de fraudes y disputas legales.
Registros médicos: imaginemos un sistema donde mi identidad y registros médicos no residan en las múltiples bases de datos de doctores, clínicas y centros diagnósticos, sino en un blockchain donde solo yo tengo la llave para acceder y compartir esa información. Esto no solo protege mi privacidad y seguridad, sino que también facilita una gestión más eficiente de la atención médica. Los proveedores de salud pueden acceder instantáneamente a mi historial médico completo con mi permiso, lo que permite diagnósticos más precisos y tratamientos personalizados. El blockchain, por lo tanto, empodera a los individuos en la gestión de sus datos.
Votaciones: el escepticismo hacia los sistemas de votación actuales es un problema global, alimentado por preocupaciones sobre la integridad y la transparencia de los procesos electorales. El blockchain ofrece una solución elegante a este dilema, al proporcionar una plataforma donde cada voto es registrado de manera segura, anónima e inalterable. Esto garantiza que el resultado de cualquier elección refleje fielmente la voluntad de los votantes, eliminando el riesgo de manipulación o fraude. Además, este sistema puede facilitar la votación remota, aumentando la participación electoral al hacer que el proceso sea más accesible para todos.
Con estos sencillos ejemplos podemos observar cómo la implementación de esta tecnología abre un horizonte de posibilidades que va más allá de la digitalización de activos financieros. Este avance tecnológico tiene el potencial de redefinir las bases mismas de nuestra estructura social y económica, reformulando asuntos tan críticos como:
La propiedad y control de datos personales: cada individuo se convierte en el guardián soberano de su información personal, desde identificaciones hasta registros médicos. Esta información, almacenada de forma segura y encriptada en un blockchain, puede ser compartida o revocada a voluntad, sin la intervención de terceros. Este cambio fundamental promueve un nuevo paradigma de privacidad y seguridad en línea, donde los riesgos asociados con brechas de datos y uso indebido de información personal se minimizan drásticamente.
Los mercados financieros: al disminuir la dependencia de intermediarios, como bancos y corredores, se reducen significativamente las barreras de entrada y las comisiones, permitiendo a cualquier persona con una conexión a internet participar en mercados globales. Esto no sólo amplía las oportunidades económicas para individuos en regiones menos desarrolladas, sino que también fomenta una mayor inclusión financiera.
La gobernanza: al registrar cada transacción y decisión gubernamental de manera inmutable y transparente, se establece una base de confianza y rendición de cuentas previamente inalcanzable. Los ciudadanos podemos verificar la integridad de los procesos electorales, asegurándose de que cada voto sea contado y protegido contra manipulaciones. Además, la capacidad de rastrear el flujo de fondos públicos en tiempo real podría reducir drásticamente la corrupción, asegurando que los recursos se utilicen de manera eficiente y para el propósito previsto.
La visión de un futuro descentralizado habilitada por la tecnología del blockchain no es una especulación tecnológica, sino una posibilidad real al alcance de nuestra generación. Este futuro promete un mundo donde la propiedad y el control personal de los datos son la norma, donde los mercados financieros son accesibles para todos y donde los gobiernos operan con una transparencia y rendición de cuentas sin precedentes. Es un futuro donde podríamos rediseñar la forma como concebimos la autoridad, la confianza y la organización social.
Existen desafíos técnicos, regulatorios y de adopción, pero la promesa de un mundo más justo y equitativo nos debe motivar a descubrir la forma de superarlos.
¿Debes comprar bitcoin? No sé. Lo que sí sé es que, con la evidencia de lo sucedido en el mundo “cripto” desde 2009, nadie se debería dar el lujo de no aprender sobre blockchain y sobre por qué nos abre la puerta a una sociedad más justa.
Eso es todo por hoy. Gracias por leer, comentar y compartir.
Camilo
El ente centralizado que controla otro ente centralizado.
Bitcoin (con mayúscula) es el blockchain; bitcoin (con minúscula) es la moneda o, más técnicamente, el token nativo de Bitcoin.
También pueden ser físicas, pero es algo un poco más complejo de explicar. les dejo este video para los que quieran curiosear.
Deliberadamente estoy evitando los detalles más técnicos sobre cómo opera un blockchain para facilitar la lectura. Si les interesa, déjenme sus comentarios y lo incluyo en una publicación futura.
Reitero que hablo de la tecnología que soporta el blockchain. En ningún momento estoy afirmando nada sobre las bondades o potencial de apreciación de BTC como activo digital. Nada de lo acá dicho constituye consejo o asesoría financiera.
Iniciaré por mi posición respecto a la pregunta: ¿Debes comprar bitcoin?, mi respuesta es si y de hecho, también se debe comprar Eth, porque una vez se acaben los BTC, los inversionistas volverán a mirar hacia el segundo con mayor adopción y aceptación del mercado, y si bien, Eth es algo distinto, está siendo ampliamente adoptado en escenarios como metaverso, smartcontrats y cientos de cosas más; frente a esto, tenerlos bien custodiados en una Cold wallet y no olvidar las semillas, de esta manera todo estará bien. Blockchain es una tecnología increíble, con el potencial de cambiar el mundo, creo que el mayor reto es de voluntad y adopción, el mundo ha venido dando señales de "voluntad", cuando hace poco EU autorizó los ETFs de Bitcoin, Colombia no debería quedarse atrás en la regulación, pero estamos lejos en "voluntad". Por su parte, la adopción si es un reto mayor porque siento que a nivel de experiencia de usuario, es complejo entender cuanto tienes en tu cartera cuando el número es 0.000001231 satoshis y porque es complejo vender sistemas soportados en blockchain cuando el cliente no lo entiende, sin embargo, es el futuro. ¡Saludos!