Durante las últimas semanas apareció una especie de avalancha de papers y podcasts con análisis sobre el estado de la inteligencia artificial y actualizaciones de los pronósticos sobre la llegada (o no) de la inteligencia artificial general.
Esos contenidos son futuristas, complejos y optimistas. Me hicieron pensar en lo lejano que es ese mundo, el de los tecnólogos creando el futuro de productos, industrias y, realmente, de la humanidad, para nosotros acá en América Latina.
Con el artículo de hoy quiero analizar esa divergencia de dos mundos y, tal vez, motivarnos a ver un poco más allá de los límites (reales y subjetivos) de nuestra realidad inmediata.
Comencemos.
Miren por un momento esta gráfica creada por Max Roser. Es la línea de tiempo de nuestra civilización desde hace 3,4 millones de años en función del desarrollo tecnológico. La espiral de abajo representa 2,4 millones de años, tiempo que nos demoró dominar el fuego. Los siguientes 11.800 años muestran una evolución un poco más acelerada, desde el inicio de la Era Agrícola hasta la máquina de vapor y las primeras vacunas. Ahí el crecimiento y desarrollo de la humanidad se dispara.
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Trayendo la abundancia económica de las que ya hemos hablando…
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Claramente, como especie y sociedad hemos avanzado muchísimo, elevando nuestra calidad de vida y la capacidad del planeta para alojarnos. No obstante, como todos sabemos, esas ganancias no han sido iguales para todos:
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Como vimos en las primeras gráficas, si la creación de nuevas tecnologías le ha permitido a la humanidad progresar hasta lo que somos hoy, es decir, han sido la solución a los múltiples retos a los que nos hemos enfrentado, y luego vemos la disparidad en ese progreso, llegamos a la conclusión que, hoy en día, problema y solución no están homogéneamente distribuidos.
Esto se confirma acá:
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Medido por patentes otorgadas, la mayor cantidad de la tecnología del mundo se produce en economías grandes y/o desarrolladas. Dicho desde la otra óptica, las regiones más vulnerables del planeta no desarrollan la tecnología necesaria para avanzar en las soluciones a sus principales problemáticas y, como consecuencia, nuestras economías en desarrollo deben pagarle a los dueños de la tecnología, para poder implementar sus soluciones a nuestros retos. En alguna conferencia, Yuval Noaḥ Harari afirmó que los países latinoamericanos y africanos siguen siendo colonias. Es decir, seguimos estando subordinados, lo que es cierto, pero en una forma mucho más sutil.
Si analizamos sólo el subconjunto de las tecnologías avanzadas aplicadas a los sectores que yo llamo estratégicos por su potencial tan significativo (información y comunicación, materiales y manufactura, inteligencia artificial, biotecnología y genómica, energía, cuántica, sensórica, transporte), Estados Unidos y China combinados aportan, consistentemente, más del 50% del talento y de la investigación publicada en medios de alta calidad a nivel global.
Un hallazgo para analizar mejor más adelante: China ya es significativamente más grande que Estados Unidos en el output de la investigación tecnológica, de manera transversal a todos los sectores mencionados. Para reflexionar, ¿cuál es la postura estratégica que deben asumir los países latinoamericanos que, históricamente, hemos estado alineados y somos aliados de Estados Unidos?
Retomando: tristemente, si sumamos los mismos indicadores de investigación y talento para Chile, México y Brasil, los tres países más activos en desarrollo tecnológico en América Latina, su contribución combinada es, consistentemente, inferior al 1% del mundo. La desventaja competitiva actual ya es enorme y las señales de futuro no son prometedoras en estos aspectos.
Entendamos por qué la región aporta tan poco al nuevo conocimiento del mundo.
Con ayuda de mis colegas en Veronorte, hace unos años construimos un diagnóstico práctico y contemporáneo, a diferencia de hacerlo basados en aspectos históricos, sobre los determinantes del surgimiento de negocios basados en conocimiento, tecnología y, en general, activos intangibles, utilizando los indicadores del Global Innovation Index1. En el reporte, hay un marco conceptual de análisis que identifica las cinco categorías de los factores precursores de la innovación tecnológica:
entorno institucional, regulatorio y de negocios
capital humano e investigación
infraestructura general, para la información y comunicaciones, y para la sostenibilidad ambiental
sofisticación y tamaño de mercados, especialmente de capitales y comercio
complejidad económica y trabajadores del conocimiento
Sobre ese marco conceptual, en Veronorte construimos un modelo cuantitativo que nos permitió confirmar que un alto desempeño en los indicadores principales de cada categoría anterior da como resultado un alto output en creación y difusión de conocimiento de impacto y activos intangibles (como patentes), que originan empresas basadas en conocimiento y tecnología.
En nuestra evaluación también hallamos las limitaciones más significativas para que los países latinoamericanos sean más productivos en términos tecnológicos; son:
inversión en investigación y desarrollo dirigida, ejecutada y/o financiada por organizaciones privadas, es decir, más propensa a estar orientada al mercado
educación doctoral y postdoctoral e, idealmente, con un alto componente de exposición a y cooperación con centros de investigación y colegas a nivel internacional
mercados de capitales más transparentes y profundos
formación bruta de capital e infraestructura, especialmente capacidad de generación de energía
Hay más brechas, sin duda, pero nuestro modelo identifica que hay relaciones de causalidad aún dentro de algunos de los inputs, llevándonos a identificar los cuatro anteriores como los limitantes principales.
Todo lo anterior describe unas economías mucho más básicas y dependientes de otras economías, más avanzadas y complejas.
Ahora, hagamos una composición de lugar e imaginémonos el zeitgeist2 en San Francisco en este momento.
En la superficie, el centro de San Francisco está deteriorado, con una creciente población en situación de calle, comercio cerrado y edificios de oficinas desocupados. Una especie de pueblo fantasma. Si uno se adentra sólo un poco, descubre otro mundo. Uno de eventos, happy hours y hackathons, todo al rededor de inteligencia artificial.
San Francisco es el hogar de Anthropic, OpenAI e Inflection AI. En 2023, el 50% de la inversión en empresas emergentes trabajando en AI ocurrió en San Francisco y sus poblaciones cercanas (Silicon Valley), y allí vive el 35% del talento que se dedica a AI en Estados Unidos.3
Si entramos un poco más, lo que se observa es una verdadera carrera competitiva. Así empieza el paper Situational Awareness de Leopold Aschenbrenner que en buena medida ha inspirado el artículo de hoy:
Durante el último año, la conversación en la ciudad ha cambiado de clusters de cómputo de $10 mil millones a clusters de $100 mil millones y luego a clusters de un billón de dólares. Cada seis meses se añade otro cero a los planes en la sala de juntas. Detrás de escena, hay una feroz competencia para asegurar todos los contratos de energía disponibles para el resto de la década, y cada transformador de voltaje que se pueda conseguir. Las grandes empresas estadounidenses se están preparando para invertir billones de dólares en una movilización de la fuerza industrial americana que no se veía desde hace mucho tiempo. Para el final de la década, la producción de electricidad en Estados Unidos habrá crecido decenas de puntos porcentuales; desde los campos de shale de Pennsylvania hasta las granjas solares de Nevada, cientos de millones de GPUs estarán funcionando.
La carrera por AGI ha comenzado.4
Regresen a la gráfica inicial y miren que AGI está más o menos en el 2050. Ni siquiera sabemos si es técnicamente factible. Pero algunas personas y empresas en San Francisco, aún así, creen que es importante hacer inversiones billonarias hoy y dedicarle la vida a tratar de hacerla realidad.
Mientras tanto, quien alimente su visión del mundo sólo con el contexto local, leerá que la noticia desde el gobierno colombiano para avanzar en inteligencia artificial es construir 75 de estos:
Los Centros Potencia tipo A cuentan con 1.097 metros cuadrados, 135 computadores, 42 tablets, 1 Tótem IA, 6 Gafas VR y 6 consolas para un total de 190 equipos. Su inversión es de $6.600 millones.
Los Centros Potencia tipo B cuentan con 1.246 metros cuadrados, 90 computadores, 21 tablets, 1 Tótem IA, 3 Gafas VR y 3 consolas para un total de 118 equipos. La inversión es de $4.700 millones.
Los Centros Potencia tipo C cuentan con 1.007 metros cuadrados, 48 computadores, 21 tablets, 1 Tótem IA, 3 Gafas VR y 3 consolas para un total de 76 equipos. Con un presupuesto de $3.700 millones.
USD 120 millones y 10.000 computadores, en el mejor de los casos. Sin quitarle mérito a este esfuerzo para darle acceso a ciertas herramientas tecnológicas a algunas personas que no lo tienen, es evidente que, como sociedad, no tenemos ninguna ambición de aportarle al avance de esta tecnología.
En otros países, la conversación sobre energía es sobre volver portable la energía nuclear; la nuestra todavía pasa por llevar electricidad a partes de la población.
Hoy hemos hablado de dos mundos que se ven y se sienten de maneras diferentes. Donde el discurso público y la conversación privada son diferentes. La tolerancia generalizada al riesgo, es diferente, así como la ambición y el optimismo.
Los ciudadanos de un lugar y de otro se forman una visión del mundo, una cosmogonía, marcada por las circunstancias y la cultura, altamente influenciados por el éxito o fracaso posible percibido, o por el pasado inmediato del entorno cercano. Esa visión del mundo es determinante en la forma como la sociedad se organiza y se dispone para avanzar en resolver sus problemas y avanzar en sus intereses.
Los habitantes de los países latinoamericanos, que estamos aguas abajo de la innovación tecnológica de otras partes del mundo como Estados Unidos o China, debemos ampliar nuestra consciencia situacional. Nuestras vidas, eventualmente, estarán altamente determinadas por productos, servicios, regulaciones, hábitos, etc., que no se originaron en nuestro entorno cercano. Debemos extender nuestro consumo de contenido, no noticias, sino de pensadores, blogueros, científicos y analistas, que nos extienden sus visiones, para luego nosotros incorporarlas a las nuestras.
Mantener nuestro horizonte pequeño y protegidito nos lleva a perder la sensibilidad que ganan otras sociedades que observan a sus más brillantes profesionales entregarse por completo a avanzar la humanidad hacia adelante con todo el optimismo y revuelo que eso genera.
Para nosotros, el lanzamiento de ChatGPT fue la noticia en un periódico de un estallido súbito de genialidad. La realidad es que fue un hito en más de una década de investigación en deep learning. Sólo vemos el afiche o los cortos, en el mejor de los casos, y no la película.
A esto me refiero cuando he hablado sobre la necesidad de cambiar nuestra mentalidad.
Eso es todo por hoy. Gracias por leer, comentar y compartir.
Camilo
No desconozco que hay motivos históricos para la inequidad global, pero considero que distraen del propósito de ganar consciencia sobre la realidad actual para activar las palancas más potentes para cerrar algunas brechas.
El espíritu de la época.
Traducción ChatGPT-4o.
Hola Camilo, que nota de artículo, gracias!
Ojalá poder profundizar en el caso de China y entender cómo llegó ahí y la incidencia de su modelo económico en este resultado. Básicamente darle doble click a este párrafo: “Un hallazgo para analizar mejor más adelante: China ya es significativamente más grande que Estados Unidos en el output de la investigación tecnológica, de manera transversal a todos los sectores mencionados. Para reflexionar, ¿cuál es la postura estratégica que deben asumir los países latinoamericanos que, históricamente, hemos estado alineados y somos aliados de Estados Unidos?”
Saludos!
Hola Cami: hace poco di un par de charlas relacionadas con Deeptech y cómo es el panorama en Colombia en cuanto a startups de este tipo que en realidad son las asociadas a desarrollo tecnológico. El resultado muestra una brecha enorme, como lo refuerzas en este artículo. De alrededor de 1700 mapeadas el año pasado en el Colombia Tech report, sólo cerca de 30 son Deeptech. Tenemos que seguir trabajando duro para elevar la producción tecnológica en Colombia a partir de conocimiento profundo, especializado pero enfocado en lo que realmente importa. Saludos