Parafraseando a Tomás Pueyo con su más reciente publicación: en una semana de inteligencia artificial pasan décadas. Seguramente la mayoría de ustedes observaron el revuelo sobre DeepSeek R1, el lanzamiento de OpenAI Deep Research o la revelación de Willow, un chip cuántico de Google. La velocidad con la que están avanzando estas tecnologías es vertiginoso.
Algunas cosas se saben a ciencia cierta, como las capacidades analíticas y de razonamiento de estos nuevos modelos computacionales. Pero surgen más preguntas que certezas. ¿Qué implicaciones tendrá la adopción de la inteligencia artificial para la humanidad? ¿Cómo cambiará la estructura social y económica de nuestra civilización? ¿Cómo puedo sentirme seguro en el mundo de la computación cuántica? ¿Cómo debo orientar la educación de mis hijos para que sean más prósperos y felices en el futuro?
Estas noticias son sólo uno de múltiples vectores generadores de incertidumbre. Recibimos un volumen descomunal de información, mensajes y notificaciones, todas digitales, que aspiran engancharnos (engage en inglés). Cada noticia es una fuente de confusión para la mayoría de nosotros. Además, los avances evidentemente son más rápidos, frecuentes y grandes de lo que somos capaces asimilar.
Ese caos, que en la superficie parece una locura, tiene una lógica económica que la refuerza: el enganche es una decisión económica, pues la data que desprende es valiosa en el perfilamiento de los gustos de los individuos, haciendo más efectivo el bombardeo y la conversión; si el enganche lleva a una suscripción, compra, un like o un retweet, evidentemente a alguien le queda un margen de utilidad, directamente o por un efecto de red.
Nuestra atención es un commodity preciado por la economía moderna. Es el nuevo bien escaso que analizamos en las publicaciones iniciales de Convergente cuando discutimos a Albert Wenger y su libro, The World After Capital. El bien escaso es el principal determinante en la dinámica social y económica de la sociedad.
Si el avance de la inteligencia artificial, la adopción de las herramientas digitales y la velocidad de propagación de la información (cierta o falsa) hacen parte de la nueva norma económica y social, pero son fuente de más caos y divergencia, son trampas de atención, ¿no es eso evidencia de que estamos perdiendo bienestar y es un motivo de pesimismo para el futuro?
Para mí, no, por al menos tres motivos:
1. Por la forma como decido disponer mi ancho de banda
La decisión de atención debe ser consciente. Recordemos el modelo de capas de ritmo de Stuart Brand:
Operar en la capa de “moda” (fashion) o en la de “comercio” (commerce), maximiza el caos y la distracción. Allí habitan las noticias, X, los precios diarios de las acciones y criptoactivos, los chismes, la popularidad, el oportunismo y la transaccionalidad.
El hecho de que la “moda” exista no obliga a vivir en ella. Yo trato de habitar en una capa o dos más profundo. Por ejemplo, dejé de ver noticias hace muchos años reemplazándolas por clases, blogs y videos producidos por individuos y/o instituciones que admiro. Esto me ayudan a formar una imagen del mundo desde la cultura o desde la infraestructura; claramente, un imagen menos turbulenta.
También me independicé y, con mi socio, construimos un modelo de negocios que requiere total alineación de largo plazo con nuestras partes relacionadas y hemos puesto nuestro riesgo reputacional en el centro, como garantía.
Lo anterior me obliga a dedicarle tiempo a lo que, simultáneamente, más me interesa y más me conviene, generando un refuerzo positivo que me da sosiego y bienestar.
2. Decido vivir en el presente, con empatía
Estudiando sobre algo que nada tiene que ver con el tema de la conversación de hoy, leí esto:
Para los abogados, lo que es demostrable es verdad.
Para los artistas, lo que es auténtico es verdad.
Para los políticos, lo que es popular es verdad.
Para los ejecutores, lo que funciona es verdad.
Para los académicos, lo que es correcto es verdad.
Es decir, existe una diferencia significativa entre conocimiento que puede ser comprobado exhaustivamente, a satisfacción de un académico, y lo que es cierto para la mayoría de las personas y que, en adición, las mueve.
Dicho de una forma más práctica: una cosa es lo que los académicos saben y otra lo que la gente piensa que funciona.
Son tan inciertas las futuras implicaciones de todo lo que está surgiendo hoy en día que es inútil para la mayoría de nosotros tratar de descubrir esa “verdad”, de habitar en el futuro. Es una obvia fuente de ansiedad.
Nuevamente, surge una decisión consciente. Permito que los miles de escenarios inciertos futuros me abrumen o priorizo lo que verdaderamente está a mi alcance y control. En el contexto que hemos estado hablando hoy: prefiero invertir tiempo en entender para qué sirven las herramientas de IA que existen actualmente y las uso dentro de mis tareas y rutinas. Esto me da dominio y certezas.
3. La IA podría, paradójicamente, sacar lo mejor de nosotros
Un grupo de profesores de Harvard crearon un tutor, utilizando IA generativa, para sus estudiantes de física. El uso del tutor fue monitoreado cuidadosamente para medir los efectos en el engagement y en el aprendizaje.
En comparación con el grupo de control, el avance en aprendizaje fue el doble, lo que es sorprendente pues ésta es una clase supremamente estructurada que ya tiene demostrados resultados históricos de aprendizaje:
En adición, y tal vez más importante, los estudiantes auto-reportaron más motivación para aprender al utilizar el tutor virtual. Aparentemente, este mayor engagement al utilizar la IA, proviene de tres factores:
El tutor es adaptativo, es decir, acompaña al estudiante en su nivel, a diferencia de la clase tradicional que establece un nivel para todos, generando aburrición a los más avanzados y angustia a los menos.
El uso del tutor promueve la curiosidad de los estudiantes sobre situaciones de la vida real, no hipotéticas o estrictamente académicas, en una dinámica de preguntas y respuestas que explican los conceptos de física que se deben aprender en la clase.
Utilizar el tutor para ganar dominio conceptual permite que la clase “en vivo” se dedique a que los estudiantes desarrollen habilidades de solución de problemas y aprendan formas de pensamiento más avanzado, con la guía y apoyo de los profesores humanos, creando una sensación de logro superior.
Resumiendo, la IA ayuda a los estudiantes a ganar maestría conceptual apoyándose en elementos muy humanos, la empatía (adaptación) y la curiosidad, permitiendo que la clase con profesores humanos magnifique las capacidades de cada estudiantes, logrando máxima satisfacción.
Con los tres temas anteriores sólo pretendo decir es perfectamente factible posicionarnos mentalmente de tal forma que el ruido se disuelve en el trasfondo y somos capaces de ganar perspectiva, foco y sosiego. Es fundamental consumir la información adecuada y procesarla deliberadamente, con los modelos mentales correctos.
A propósito, esta semana estuve en un podcast de 10AMPRO discutiendo veinte herramientas y modelos mentales. Si es de su interés profundizar en ese tema, los invito a verlo.
Recordemos, en la Era del Conocimiento ningún agente tiene más ventajas competitivas que el individuo1. Hemos evolucionado para que sea nuestra capacidad cognitiva, no nuestro cuerpo, nuestra principal herramienta. La capacidad cognitiva es flexible, moldeable, pero sólo si nos disponemos al aprendizaje continuo, la práctica deliberada y nos exponemos a entornos desafiantes.
Eso es todo por hoy. Gracias por leer, comentar y compartir.
Camilo
Sólo piensen en los retos de las grandes empresas tradicionales hoy en día, cuyo tamaño y complejidad les dificultan tremendamente adaptarse a la velocidad que el mundo de hoy requiere.
Gracias llave. No me atrevo a contestarte. Me atreví a hacer ciertas afirmaciones en el post, pero no soy capaz de tener un pensamiento absolutista sobre calidad/cantidad de información y cómo digerirla.
Te digo qué hago yo:
» cantidad: leo/veo podcasts por ahí 5 horas al día; la tanda menos relevante muy temprano, antes de comenzar las tareas domésticas y lo más denso antes de empezar reuniones de trabajo. El resto es esparcidito durante el día.
» calidad: he venido filtrando mi "parrilla" de newsletters y blogs desde hace años. Actualmente mucho de análisis económico (Noah Smith, Alex Tabarrok, Tyler Cowen, etc.), análisis de macro tendencias de los mercados financieros globales (Michael Howell, por ejemplo), asuntos geográficos/geopolíticos (Tomás Pueyo, Uncharted Territories), crypto (Raoul Pal)... a veces unos se van poniendo muy radicales o ideólogos y los saco. MUchas de estas fuentes ofrecen fuentes primarias (papers) que también incluyo.
» digestión: yo no hago nada "deliberado" salvo dedicar el tiempo y asegurar que estoy disfrutando las lecturas. Una idea es usar Claude o NotebookLM como asistente de lectura/research/aprendizaje. Muy útiles.
Como siempre es un gusto leerte, este post ratifico una idea en mi cabeza que venía rondando y creándose ya hace vario tiempo, para no extenderme la planteo en forma de pregunta ¿Cada día que pasa se nos acerca más a esa transición como sociedad de “Hacer” a “Ser”?.